domingo, 14 de diciembre de 2008

Farhan y el caballo


FARHAN Y EL CABALLO.
La hermana de Farhan quería aprender a montar a caballo. Toda la familia fue a la escuela de equitación el fin de semana. Mientras su hermana, su madre y su padre hablaban con el profesor de equitación, Farhan se acercó a ver a un caballo que estaba comiendo hierba.
“Hola”, le dijo Farhan. “La hierba que estás comiendo parece sucia y llena de polvo. ¿No te hace daño en los dientes?”
El caballo miró hacia arriba y relinchó feliz. “No, amiguito. Nuestros dientes nos ayudan a romperla. Dios ha hecho que tengamos unos dientes muy largos, con profundas raíces que están bien enraizados en nuestras mandíbulas. Nuestras raíces son mucho más profundas que las vuestras. Cuando se nos desgastan los dientes, el extremo de la raíz de los mismos queda casi al borde de la superficie. Cada diente puede disminuir de 2, 5 a 5 cm. sin que afecte a nuestra capacidad de masticar.”
Farhan reflexionó un momento: “Entonces, gracias a esa peculiaridad de la que Dios os dotó, estáis a salvo de perder los dientes en poco tiempo y pasar hambre.”
“Absolutamente cierto”, asintió el caballo. “Dios creó a todos los seres vivos de acuerdo con el medio en el que viven. Ésta es una de las pruebas de Su suprema creación. Todos las criaturas de la Tierra Le necesitan.”
Farhan se acordó de las películas de caballos que había visto: “Si me subo a tu grupa me puedes pasear durante kilómetros, ¿verdad?”
“Sí. Ningún otro animal ha ayudado tanto a los seres humanos como nosotros. Desde luego, hoy en día hay carreteras y vehículos que circulan por ellas. Sin embargo, lo cierto es que sólo aparecieron desde el siglo XIX. Cuando nació tu tatarabuelo, la gente no sabía que existiría algo parecido a un coche. En aquellos días los animales, especialmente los caballos, se encargaban de transportar a la gente.”
Farhan observó mejor a su nuevo amigo: “Con esas patas tan largas no me extraña que puedas recorrer largas distancias. ¿También puedes correr rápido?”
El caballo alzó con delicadeza una de sus patas delanteras: “Dios creó mis patas no sólo para que pudiera transportar pesos, sino para que también pudiera correr velozmente. No tenemos clavícula como otros animales, lo que significa que podemos dar pasos muy largos.”
Farhan pensó en ello: “Entonces, Dios os creó para que pudieseis llevar pesadas cargas con facilidad y para que corrieseis rápido.”
“Sí, Farhan”, asintió su nuevo amigo. “Dios nos dotó de estas habilidades para que pudiésemos ser útiles a la gente.”
Farhan le sonrió: “Estoy seguro de que cuando le cuente a mi hermana lo que he aprendido sobre ti le interesará más saberlo que aprender a montar.”
“Adiós, amiguito”, dijo el caballo mientras masticaba un puñado de delicioso heno.
“Y Él es quien ha creado todas las parejas. Y Él [es quien] os ha dado esos barcos y animales en los que montáis.” ( Sura 43:12 Oro.)

No hay comentarios: