miércoles, 10 de diciembre de 2008

Amir y el camaleón


AMIR Y EL CAMALEÓN


Un día, durante un viaje con el colegio, Amir dejó a sus amigos y fue a dar un paseo entre los árboles. Mientras descansaba apoyado en un árbol oyó la voz de un tronco que estaba en el suelo.
“Hola, Amir”, dijo la voz. “¿Estás cansado?”
Amir no podía dar crédito a sus oídos. Cuando se fijó detenidamente en el tronco, se dio cuenta de que sobre él había una criatura de un color tan idéntico al mismo que le resultaba difícil distinguirla.
“¿Quién eres?”, le preguntó. “Me ha costado mucho trabajo encontrarte. ¡Tu color y el del tronco en el que estás sentado son exactamente iguales!”
“Soy un camaleón”, dijo la criatura, que se parecía a un lagarto. “Para protegerme del peligro, cambio de color según el entorno en que me muevo.”
“¿Cómo haces algo tan sorprendente?”, preguntó Amir intrigado.

“Déjame que te lo explique”, dijo su nuevo amigo. “Dispongo de una sustancia colorante llamada “cromatóforo” en mi piel. Esto me permite cambiar de color para camuflarme con el medio que me rodea. Este cambio de color ocurre gracias a la distribución y agrupamiento de varias sustancias y pigmentos de mi sistema nervioso. Así, aunque me mueva muy despacio, puedo vivir sin que se fijen en mí y estoy a salvo dondequiera que vaya. Puedo cambiar de color en quince minutos. Pero, si estoy enfadado, me salen lunares de color naranja oscuro y marcas de color rojo oscuro para avisar a otros animales.”
“¡Es realmente increíble!”, exclamó Amir. “Me pregunto si cuentas con alguna otra característica especial.”
Su amigo sonrió feliz: “Mis ojos se mueven independientemente el uno del otro. Puedo mirar hacia atrás y hacia abajo. Desde luego, no contaría con ninguna de estas peculiaridades si Dios no hubiese querido que las tuviera. Él me creó y me dio todo lo que necesito para sobrevivir.”
Amir lo observó un poco más de cerca. “Resulta difícil distinguir tus ojos.”
“Para que no atraigan la atención de mis enemigos, Dios los cubrió de escamas con el fin de que fuesen igual al resto de mi cabeza. Como puedes comprobar, cuando Dios me creó, me diseñó de manera que pudiera hacer frente a cualquier cosa que me sucediese.”
“De ahora en adelante”, dijo Amir, “me fijaré con más atención en las cosas que me rodean. No me olvidaré de rezar a nuestro gran y poderoso Señor cuando vea en la naturaleza las claras pruebas de Su existencia. Gracias.”
“Adiós, Amir”, dijo el camaleón mientras se camuflaba de nuevo con el paisaje.
“Ese es Dios, vuestro Sustentador: no hay deidad sino Él, el Creador de todo: adoradle, pues, sólo a Él –porque es Él quien tiene todo bajo su cuidado. Ninguna visión humana puede abarcarle, mientras que Él abarca toda visión humana: pues Él es inescrutable, consciente de todo.” (Sura 6:102-3 El ganado).
“¡Oh gentes! Vosotros sois los que necesitáis a Dios, mientras que sólo Dios es autosuficiente, Aquel que es digno de toda alabanza.” ( Sura 35:15 El originador).

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