“Buenos días, clase”, dijo el profesor el lunes por la mañana.
“Buenos días”, respondieron los estudiantes.
“¿Cómo habéis pasado las vacaciones?”, les preguntó.
“Muy bien. Tiramos muchas bolas de nieve e hicimos muñecos.”
“Entonces, disfrutasteis de la nieve el fin de semana”, dijo sonriendo.
“Sí, profesor, nos divertimos mucho”, respondieron.
El profesor echó un vistazo a la clase y frunció el ceño: “He notado que dos estudiantes no han venido hoy a clase.”
“Sí, Saleem y Aisha no están hoy aquí.”
“¿Sabéis por qué?”
“Se han quedado en casa”, dijo la clase. “Deben estar enfermos.”
“Eso significa que deben haber estado jugando en la nieve mucho rato”, desaprobó el profesor.
“Nosotros también hemos jugado en la nieve, ¿vamos a enfermar, profesor?”, peguntaron los alumnos alarmados.
“Si no tenéis cuidado y estáis mucho tiempo en la nieve, puede que sí.”
“¿Por qué la nieve hace que la gente enferme? Nos gusta la nieve, y nos gusta jugar con ella.”
El profesor les explicó: “La razón de que la gente enferme es que los gérmenes entran en el cuerpo. Como sabéis, los gérmenes son organismos invisibles que penetran en nuestros cuerpos e intentan hacernos daño. Si no prestamos atención a nuestra higiene y comemos sin lavarnos las manos, se pueden quedar dentro de nosotros.”“¿Nos pondremos enfermos enseguida que los gérmenes nos ataquen?”, querían saber los estudiantes.
“No”, contestó. “No siempre enfermamos. Cuando Dios nos creó, nos dotó de un sistema inmunológico maravilloso para combatir los gérmenes. No nos damos cuenta, pero los elementos de este sistema protegen nuestros cuerpos como si de un ejército se tratase. Cada elemento de este sistema altamente complejo cumple su función a la perfección.”
“Entonces, ¿por qué nos ponemos enfermos? ¿Es porque nuestro sistema inmunológico no hace su trabajo?”
“No. En una persona normal siempre funciona. Sabiéndolo o no, nuestro sistema inmunológico está enzarzado en una guerra contra los gérmenes. Primero, intenta evitar que éstos entren y permanezcan en nuestros cuerpos. Si consiguen entrar, los destruyen inmediatamente.”
“Entonces, ¿por qué enfermamos?”, querían saber aún.
“Si permanecemos fuera al frío durante mucho tiempo”, explicó, “y si no comemos bien, nuestros cuerpos se debilitan. Cuando esto ocurre, lo mismo le pasa a nuestro sistema inmunológico. Los gérmenes que no han sido destruidos se multiplican y expanden rápidamente por todo nuestro cuerpo.”
“Entonces, cuando esto ocurre, ¿los gérmenes toman nuestro cuerpo?”, preguntaron.
“No”, continuó. “En ese caso nuestro sistema inmunológico comienza una batalla aún más intensa contra ellos. A consecuencia de esta guerra que tiene lugar dentro de nosotros nos da fiebre, nos indisponemos y nos duelen las articulaciones.”
Los estudiantes asintieron: “Sí, cuando nos pasa eso queremos estar en cama.”
“Desde luego, cuando esto pasa, lo mejor que se puede hacer es descansar. Si descansamos mucho y, al mismo tiempo, tomamos medicinas, y si comemos bien, nuestro sistema inmunológico se fortalece y nos ayuda. Entonces, en poco tiempo, derrotará a los gérmenes y los echará fuera de nuestro cuerpo. De este modo, nos volveremos a poner buenos.”
“Ahora comprendemos cómo enfermamos”, dijeron los estudiantes. “De ahora en adelante tendremos mucho cuidado.”
“Sí”, dijo el profesor: “Dios nos dio una gran bendición al crear nuestros cuerpos con este sistema defensivo. Debemos darle las gracias por ello y cuidarnos para que no perdamos la salud que nos concedió.”
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