sábado, 19 de septiembre de 2009

El profeta Isa (Jesus)

El Profeta Isa (Jesús)

La madre del Profeta Jesús se llamaba Maryam. Alguna gente la llama también María. Era una mujer muy piadosa, y en una ocasión un ángel de Dios se le apareció y le dijo:- Pronto vas a tener un hijo-. Y Maryam preguntó: -¿Pero cómo voy a tener un hijo si no tengo marido?- El ángel respondió: -Dios es todopoderoso. Cuando quiere que algo ocurra, ocurre. Tendrás un hijo, y su nombre será Jesús y será un gran profeta de Dios-.
Cuando Jesús nació, Maryam estaba sola. Estaba muy triste y hambrienta, porque no tenía nada que comer. Pero Dios vino en su ayuda. Hizo nacer un arroyo y un árbol de sabrosos frutos creció en el lugar en que Maryam estaba viviendo. Ahora ya no pasaría sed ni hambre.

Más adelante, Maryam volvió con su familia.

Ellos sentían gran curiosidad por el niño y le preguntaron: -¿Cómo lo conseguiste?

Pero Maryam no contestaba, y señalaba al niño. -¡No seas tonta, Maryam!-, le decía la gente. -¿Cómo vamos a preguntarle a un niño, que está aún en la cuna?

Pero entonces, para gran asombro de todos, oyeron decir al niño: -Soy el siervo de Dios. Me ha dado el Libro y me ha hecho Su Profeta. Nosotros, la Humanidad, debemos adorar sólo a Dios y ayudar a los pobres y darles parte, de nuestro dinero-.
Pasaron los años y Jesús creció y se hizo un hombre. Hablaba con frecuencia a la gente y les decía lo que Dios le había revelado. Les hablaba también de los profetas de Dios anteriores a él. Les decía: -Yo también soy un profeta de Dios y también soy un hombre como todos los demás profetas de Dios. Debéis creer en Dios y no adorar a nada excepto a El. Debéis ser buenos unos con otros y ayudaros mutuamente.

Alguna gente ha dado a lsa el nombre de Jesús. Dicen que Dios es el padre de Jesús. Nosotros sabemos que esto no es verdad. El propio Jesús ha dicho que el es solamente un profeta de Dios, aunque no tuviera padre. Dios no tiene hijos. Sólo los seres humanos tienen hijos e hijas.

Jesús trajo un Libro para la Humanidad. Este Libro se llama Inyíl (Evangelios), y Dios le dio este libro a Jesús. En el hay muchas historias y en él se afirma también que la Humanidad debe adorar sólo a Dios.

El Profeta Jesús recibió muchas bendiciones de Dios. Con la ayuda de Dios realizó muchos milagros. Pudo curar a los enfermos para que pudieran sentirse agradecidos a Dios y que obedecieran y adoraran solo a Dios. Jesús podía también devolver la vida a los muertos para que la gente fuera feliz y rezara a Dios y fueran agradecidos a El.

El Profeta Jesús habló a la gente de otro profeta que iba a venir más tarde y cuyo nombre sería el Profeta Ahmad. Fue Dios quien mandó al Profeta Jesús para que les dijera que iba a venir el Profeta Muhammad.

Hubo mucha gente que escuchó al Profeta Jesús y adoraron a Dios, pero hubo algunos que se negaron a escucharle y querían matarle. La gente malvada han querido siempre perseguir y matar a los profetas de Dios. Sabemos esto por las historias de Abraham y de José y de muchos otros profetas.

Pero cuando esta gente malvada estaba a punto de matar a Jesús, Dios vino en su ayuda, de la misma forma que ayudó a otros profetas cuando estaban en peligro.

Algunos dicen que el Profeta Jesús fue clavado en una cruz por sus enemigos y que murió de esta forma. Pero nosotros sabemos que esto no es verdad. Dios protegió al Profeta Jesús para que la gente no pudiera conseguir sus malvados propósitos. Dios dijo a Jesús: -Te dejaré morir en paz y luego vendrás a Mi y estarás conmigo. Aquellos que han sido tus seguidores y que me han rezado a Mi y han hecho el bien, serán traídos hasta Mi. Recibirán las mejores recompensas, porque han sido muy obedientes.

Esta es la forma en que Dios ayuda a Sus profetas cuando están en peligro, y El ayuda también a los que siguen a los profetas y adoran sólo a Dios y hacen el bien.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Nuestra Clase

“Buenos días, clase”, dijo el profesor el lunes por la mañana.
“Buenos días”, respondieron los estudiantes.
“¿Cómo habéis pasado las vacaciones?”, les preguntó.
“Muy bien. Tiramos muchas bolas de nieve e hicimos muñecos.”
“Entonces, disfrutasteis de la nieve el fin de semana”, dijo sonriendo.
“Sí, profesor, nos divertimos mucho”, respondieron.
El profesor echó un vistazo a la clase y frunció el ceño: “He notado que dos estudiantes no han venido hoy a clase.”
“Sí, Saleem y Aisha no están hoy aquí.”
“¿Sabéis por qué?”
“Se han quedado en casa”, dijo la clase. “Deben estar enfermos.”
“Eso significa que deben haber estado jugando en la nieve mucho rato”, desaprobó el profesor.
“Nosotros también hemos jugado en la nieve, ¿vamos a enfermar, profesor?”, peguntaron los alumnos alarmados.
“Si no tenéis cuidado y estáis mucho tiempo en la nieve, puede que sí.”
“¿Por qué la nieve hace que la gente enferme? Nos gusta la nieve, y nos gusta jugar con ella.”
El profesor les explicó: “La razón de que la gente enferme es que los gérmenes entran en el cuerpo. Como sabéis, los gérmenes son organismos invisibles que penetran en nuestros cuerpos e intentan hacernos daño. Si no prestamos atención a nuestra higiene y comemos sin lavarnos las manos, se pueden quedar dentro de nosotros.”“¿Nos pondremos enfermos enseguida que los gérmenes nos ataquen?”, querían saber los estudiantes.

“No”, contestó. “No siempre enfermamos. Cuando Dios nos creó, nos dotó de un sistema inmunológico maravilloso para combatir los gérmenes. No nos damos cuenta, pero los elementos de este sistema protegen nuestros cuerpos como si de un ejército se tratase. Cada elemento de este sistema altamente complejo cumple su función a la perfección.”
“Entonces, ¿por qué nos ponemos enfermos? ¿Es porque nuestro sistema inmunológico no hace su trabajo?”

“No. En una persona normal siempre funciona. Sabiéndolo o no, nuestro sistema inmunológico está enzarzado en una guerra contra los gérmenes. Primero, intenta evitar que éstos entren y permanezcan en nuestros cuerpos. Si consiguen entrar, los destruyen inmediatamente.”
“Entonces, ¿por qué enfermamos?”, querían saber aún.
“Si permanecemos fuera al frío durante mucho tiempo”, explicó, “y si no comemos bien, nuestros cuerpos se debilitan. Cuando esto ocurre, lo mismo le pasa a nuestro sistema inmunológico. Los gérmenes que no han sido destruidos se multiplican y expanden rápidamente por todo nuestro cuerpo.”
“Entonces, cuando esto ocurre, ¿los gérmenes toman nuestro cuerpo?”, preguntaron.
“No”, continuó. “En ese caso nuestro sistema inmunológico comienza una batalla aún más intensa contra ellos. A consecuencia de esta guerra que tiene lugar dentro de nosotros nos da fiebre, nos indisponemos y nos duelen las articulaciones.”
Los estudiantes asintieron: “Sí, cuando nos pasa eso queremos estar en cama.”
“Desde luego, cuando esto pasa, lo mejor que se puede hacer es descansar. Si descansamos mucho y, al mismo tiempo, tomamos medicinas, y si comemos bien, nuestro sistema inmunológico se fortalece y nos ayuda. Entonces, en poco tiempo, derrotará a los gérmenes y los echará fuera de nuestro cuerpo. De este modo, nos volveremos a poner buenos.”
“Ahora comprendemos cómo enfermamos”, dijeron los estudiantes. “De ahora en adelante tendremos mucho cuidado.”
“Sí”, dijo el profesor: “Dios nos dio una gran bendición al crear nuestros cuerpos con este sistema defensivo. Debemos darle las gracias por ello y cuidarnos para que no perdamos la salud que nos concedió.”